El programa de hoy es un programa de aniversario que fue preparado por ustedes a través de sus sugerencias y recomendaciones. No podía haber quedado mejor la selección de temas. Como la lista es grande y todos los temas no pudieron entrar en un solo programa, continuaremos con esta celebración nuestra siguiente sesión con aquellos temas que se quedaron afuero, pero además, si todavía quieren sugerir temas, intérpretes o programas que les gustaron no tienen más que escribir al correo electrónico olorajazz@gmail.com al Facebook en el usuario Nicolás Peña (la quinta disminuida) o al twitter al usuario @laquintajazz y los temas elegidos serán parte de nuestra próxima sesión.
Rockin’ In Rhythm – Weather Report
Havona – Weather Report
Crisis – Jaco Pastorius
Sous Le Ciel De Paris – Karrin Allyson
I Aint’t Got Nobody – Earl Hines
Mercy, Mercy, Mercy – Jimmy Smith
Fables Of Faubus – Charles Mingus
Moanin – Charles Mingus
We Will Meet Again – Bill Evans
My Funny Valentine – Bill Evans/Jim Hall
Samba Triste – Charlie Byrd/Stan Getz
La Burrita – Daniel Maza
Summertime – The Great Jazz Trio
Autumn Rain – Ahmad Jamal
When My Sugar Walks Down The Street – Oscar Peterson
La música en general, y el jazz en particular, estuvieron siempre presentes a lo largo de toda mi vida acompañando cada momento importante con canciones y temas que hoy son parte de una banda sonora personal. Pero, también es cierto que estos temas que pintan mis días con colores únicos han causado estragos entre quienes fueron sus creadores e intérpretes.
Sea por el estilo de vida, la bebida, la droga, la discriminación, los viajes penosos y los horarios agotadores, la factura que tuvieron que pagar es mucho más elevada que la de quienes se dedican a otros trabajos más tranquilos. De todas formas, el daño producido en los músicos de jazz es tan grande, que uno se pregunta si no habrá algo en el género mismo que exige un tributo terrible a sus creadores.
Es un lugar común en el arte que el trabajo de los expresionistas abstractos los empuja de alguna manera hacia la autodestrucción. Ser el puente de conexión entre un mundo mágico al que pocos tienen acceso y nuestra humana realidad requiere un pago muy elevado. Desgraciadamente, por ello, este género artístico no se hubiera podido desarrollar con esa intensidad emocional que lo hizo sin exigir un enorme tributo humano.
Chet Baker y Stan Getz son apenas dos ejemplos, de los muchos que hay, de músicos que pagaron ese tributo por estar bendecidos con la magia de la música.
All Blues – Chet Baker
My Funny Valentine – Chet Baker
Well You Needn´t – Chet Baker
Summertime – Chet Baker
In Your Own Sweet Way – Chet Baker
Django – Chet Baker
I Fall In Love Too Easily – Chet Baker
People Time – Stan Getz/Kenny Barron
Like Someone in Love – Stan Getz/Kenny Barron
First Song (For Ruth) – Stan Getz/Kenny Barron
Soul Eyes – Stan Getz/Kenny Barron
Softly, as in a Morning Sunrise – Stan Getz/Kenny Barron
Quienes hayan leído a Haruki Murakami saben bien que la música es un elemento imprescindible en la narrativa de este novelista japonés. Un elemento que es tomado familiarmente, cotidianamente, como muchos suelen escuchar música: al lado de nuestras tareas cotidianas, mientras trabajamos, mientras cocinamos, mientras caminamos por la calle, mientras estamos en el trasporte público o al hacer ejercicio.
La música como una compañía en un sentido casi presencial: algo que está ahí y que da un acento especial al instante, que lo vuelve más alegre, que lo melancoliza o quizá que le otorga cierta épica a un hecho aparentemente rutinario o trivial.
La relación que establece Murakami entre la literatura y la música es absolutamente convergente como él mismo lo explica: “Ya sea en la música o en la ficción, lo más básico es el ritmo. El estilo tiene que tener buen ritmo, natural y constante, o la gente no va a seguir leyendo tu obra. Aprendí la importancia del ritmo de la música, fundamentalmente del jazz. Luego viene la melodía, que en la literatura corresponde a la disposición adecuada de las palabras para que coincidan con el ritmo. Si la forma en que las palabras se ajustan al ritmo es suave y hermosa, no se puede pedir nada más. Lo siguiente es la armonía, los sonidos mentales internos que soportan las palabras. Luego viene la parte que más me gusta: la improvisación libre.
A través de algún canal especial, las historias vienen brotando libremente desde el interior. Todo lo que tengo que hacer es entrar en el flujo. Por último viene lo que puede ser lo más importante que es el punto en el que ritmo, melodía y armonía se unifican en lo que se puede llamar la interpretación, el performance. Esto nos genera una sensación de haber logrado llegar a un lugar que es nuevo y significativo. Y si todo va bien, se llega a compartir esa sensación de elevación con los lectores (la audiencia). Todo esto, encajado perfectamente, nos lleva a una culminación maravillosa que no se puede conseguir de ninguna otra manera.
Let´s Get Lost – Chet Baker
Ramona – Benny Goodman
Bloomdido – Charlie Parker/Dizzy Gillespie
No Hay Problema – Art Blakey & The Jazz Messengers
The Jitterbug Waltz – Fats Waller
Move – Stan Getz
When You’re Smiling – Billie Holiday
Minnie the Moocher – C.C. Production «The Blues Brothers»
A Foggy Day – Charlie Mingus
My Foolish Heart – Bill Evans Trio
Singin’ The Blues – Bix Beiderbecke
I’m Coming Virginia- Bix Beiderbecke
Rocks In My Bed – Duke Ellington
These Foolish Things (Remind Me of You) – Ella Fitzgerald
Fue un 25 de junio de 1961, hace 55 años, que la magia se hizo música. Fue en el Village Vanguard de Nueva York, donde el trío de Bill Evans, con Scott LaFaro al contrabajo y Paul Motian a la batería, fue capaz de crear una música que impregnó hasta el último rincón del local permitiendo a los tres músicos tocar el cielo a pesar del constante tintineo de los vasos y de los rumores amortiguados del público. Lo sucedido en esa tarde/noche de domingo, es el testimonio imperecedero de un trío maravilloso en el que todos sus integrantes tenían algo que decir a través de su instrumento. La imagen de Bill Evans con la espalda encorvada sobre el piano, las manos acariciando las teclas, la cabeza agachada y todo el cuerpo en una posición de oración hacia el piano, ha quedado inmortalizada en muchas fotos que manifiestan ante todo su manera de concebir la música. Evans parecía auscultar lo más profundo de su instrumento como si quisiera fundirse y convertirse en una parte de este, con el oído pegado a las teclas para poder capturar las vibraciones más sutiles que brotaban de su interior.
Bill Evans convirtió su propuesta musical en una profunda conversación íntima replegada en sí misma. Aquella música empapada de lirismo que se mezclaba con el humo y el murmullo constante del público en los clubes nocturnos, adquiría con él unos tonos misteriosos, cristalinos e inefables hasta el punto que en algunos momentos la sutileza de su música parecía estar más cerca del silencio que del sonido. Su toque poético y delicado, sensible al más fino espectro de gradaciones y matices, se constituye en el eje expresivo de sus travesías pianísticas. Noche tras noche Bill Evans, Paul Motian y Scott LaFaro, perfeccionaban su talento y refinaban su arte, permitiendo que el grupo alcance su máxima expresión, hasta el punto de reinventar esa formación fundamental del jazz denominada trío. En estas sesiones capturadas en el Village Vanguard se puede sentir inmediatamente el nivel de compenetración y creatividad que presentaba el grupo y que aún hoy asombran, sobre todo al escuchar como el contrabajo y la batería se liberan definitivamente de su función de instrumentos acompañantes y hablan de igual a igual con el piano creando un sonido mágicamente empastado que estaba a punto de dejar su huella en la historia del jazz.
“La música y la poesía son, después de las personas a las que amo, mis principales recursos de equilibrio interior (…) Respecto al jazz, tiene una gran virtud: nació humilde y, pese a los intentos de llevarlo a las grandes salas de conciertos, se mantiene en locales donde escuchar y conversar no están reñidos.” (Joan Margarit).
Vaivenes insertados en cada lágrima, apoderándose del veloz cambio de vida con cada encuentro jazzístico, provocando figuras poéticas. No es fácil mirar a un papel y no saber qué decir hasta que suena una música. No es fácil admitir la completa inspiración proveniente de instrumentos. No es fácil para una poeta afirmar que no puede ser poeta sin el jazz.
Este programa está dedicado a todas aquellas personas que aunaron el poder fastuoso de dos potencias artísticas: poesía y jazz. Encuentros en clubes nocturnos de Harlem, humo, swing, foxtrot, escribir y escribir, soñar con transgredir, decir adiós a Wagner, tener una razón por la que crear poesía, saltar de lo popular a lo refinado… Todo esto ha sido recogido, a lo largo de la historia del jazz, por los embajadores y embajadoras de la palabras: poetas inspirados/as por el jazz. (Amanda Gutierrez Del Castillo)
When Your Lover Has Gone – Billie Holiday
How High The Moon – Chet Baker
Straight Life – Art Pepper
I Let a Song Go Out of My Heart – Dizzy Gillespie
Mood Indigo – Duke Ellington
Sweet Sorrow Blues – Spike Hughes and His Negro Orchestra
Crazy Rhythm – Benny Carter and His Orchestra
Stormy Weather – Django Reinhardt
Bohemia After Dark – Cannonball Adderley
Something I Dreamed Last Night – Miles Davis
Crepuscule With Nellie – Thelonious Monk/John Coltrane
Sassy´s Blues – Sarah Vaughan
How Deep Is The Ocean – Charlie Parker
My Funny Valentine – Carmen McRae
Easy Living – Clifford Brown
Blue Sky – Benny Goodman
52nd Street Theme – Kenny Clarke and his 52nd Street Boys
Desde que lo convirtió en su instrumento, John Coltrane se sacó el saxo de la boca en contadas ocasiones, fue un hombre pegado a un saxo, un ser excepcional, con una prótesis que convirtió en órgano soplándole y dándole vida. Si musicalizar el silencio tiene su mérito, hacerlo con energía es maravilloso, y la de Coltrane era de una intensidad y magnitud como no se había escuchado antes… ni después. Hay un antes y un después de John Coltrane. Son muchos los músicos que incluso hoy toman como punto de referencia lo que este excepcional músico aportó al Jazz. Pero Coltrane no fue un artista que surgió de la nada con un estilo propio y un estilo innovador desde sus primeras grabaciones, muy al contrario, estamos ante un estudioso que con profundo respeto hacia los que le precedieron, que intenta y consigue revolucionar no solamente la forma de interpretar, sino sobre todo la de transmitir cada una de las sensaciones que su privilegiada mente acoge.
En esta sesión de la quinta disminuida escucharemos a John Coltrane como “sideman” es decir como acompañante, y lo haremos a través de las grabaciones recogidas en una edición reciente, de cinco cidis, que apenas comprenden veintiún meses, desde mayo de 1956 hasta enero de 1958, y fueron editadas originalmente en doce elepés a nombre de Elmo Hope, Sonny Rollins, Tadd Dameron, dos de Mal Waldron, cuatro de Red Garland y finalmente Gene Ammons. Ese box set bautizado como “John Coltrane Side Steps”, contiene cuarenta y tres temas, de los cuales he seleccionado doce. Aunque las grabaciones se repartieran originalmente en doce elepés, se hicieron en nueve fechas y con el mismo ingeniero de sonido, por eso las secciones rítmicas se repiten y se matizan las diferentes sonoridades. El orden cronológico de los temas muestra la extensión y la contundencia de los pasos dados. En seis meses, se comprueba la transformación de John Coltrane, de saxofonista grande a un verdadero gigante del saxo. Su emocionante forma de tocar inspiró a sus contemporáneos y lo ha hecho con numerosos músicos posteriores, pero lo que lo ha convertido en leyenda, lo que hace que su silueta y su perfil sean símbolos, es la sinceridad de su música. Pues aunque haya otros dioses distintos del suyo (o ninguno), quien como él cree en lo expresa, por esta razón merece ser oído, ahora y siempre.
Lee Morgan tenía un estilo único cuya técnica lograba ensombrecer a los trompetistas de su época. Comenzó como profesional siendo apenas un adolescente, por lo que no tuvo más remedio que acostumbrarse a la vida bohemia de los ambientes nocturnos del mundo del jazz. Era un músico sin fisuras, con un sonido demoledor y huracanado en los temas rápidos, y relajado, pero con absoluta solvencia, en los temas lentos. A los 19 años formó parte de una de las grabaciones trascendentales de la historia del jazz, al participar en el álbum “Blue Train” de John Coltrane. Un año más tarde sería pieza clave de aquel fundamental álbum “Moanin” de Art Blakey y sus Jazz Messengers. Su discografía solista es ámplia, pero sin lugar a dudas su “The Sidewinder” está considerado como uno de los puntos más altos del “hard-bop”
Lee Morgan es uno de los grandes trompetistas que ha dado el jazz en su desarrollo “post-bop”. Sus grandes líneas maestras derivan de dos influencias indiscutibles: Clifford Brown y Dizzy Gillespie. El sonido de la trompeta de Morgan ha quedado como una huella irrepetible en las grabaciones que realizó a lo largo de su carrera. Su temprana muerte privó al jazz, seguramente, de un príncipe cuyo estilo e influencia se hizo manifiesta en las siguientes generaciones de trompetistas de las décadas de los años setenta, ochenta y noventa.
The Lady – Lee Morgan
Nostalgia – Hank Mobley Quintet
I Remember Clifford – Lee Morgan
Lazy Bird – John Coltrane
Moanin’ – Art Blakey And The Jazz Messengers
Candy – Lee Morgan
Easy Living – Lee Morgan
The Sidewinder – Lee Morgan
Hocus Pocus – Lee Morgan
Dear Sir – Lee Morgan
Dee Lawd – Lee Morgan
Angela – Lee Morgan
Speedball – Charles Earland
El pasado 30 de abril se celebró el día internacional del jazz, que este año tuvo como sede la ciudad de Washington. Este fue el quinto año que se realiza esta celebración, el primer año (2012) la sede fue Nueva York, el segundo año (2013) Estambul, el tercero (2014) Osaka y el cuarto (2015) fue en París. Si bien estas ciudades fueron la sede del día internacional del jazz, este evento se realiza en más de 195 países alrededor del mundo, en los que se presentan no solamente conciertos, sino también muestras de fotografía, exposiciones de cuadros, charlas magistrales, conversatorios, talleres, etc. todo esto en coordinación entre el Embajador nominado por la UNESCO, Herbie Hancock, y el Thelonious Monk Institute of Jazz.
La celebración de esta jornada tiene como objetivo sensibilizar al público en general sobre las virtudes del jazz como herramienta educativa y como motor para la paz, la unidad, el diálogo y el refuerzo de la cooperación entre pueblos. Los gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad civil que participan en la promoción del jazz aprovechan esta oportunidad para difundir la idea de que el jazz no es sólo un estilo de música, sino que también contribuye a la construcción de sociedades más inclusivas.
El jazz evoca el poder de la música para construir la paz y reunir a personas de todas las culturas y orígenes. La historia del jazz se asienta en una prodigiosa mezcla de pueblos y culturas, de África, Europa, el Caribe y América. El jazz puso música al valor que impulsó el movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos, y sigue siendo una fuente de inspiración para millones de personas de todo el mundo que buscan la libertad y luchan por el respeto y la dignidad humana.
En este programa escucharemos todos los temas que fueron parte del día internacional del jazz 2016, pero además escucharemos un tema representativo de esta celebración en los años anteriores. La lista de temas e intérpretes es la siguiente:
Sakura Sakura – Hiromi Uehara
Travessia – Milton Nascimento
Round Midnight – Makoto Ozone
La Belle Vie – Dee Dee Bridgewater
A Song For You – Aretha Franklin
St. James Infirmary – Dee Dee Bridgewater/Kurt Elling
La melodía es elemento más importante de la música, es lo que recordamos de la buena música y aun así es muy esquiva. Muchos compositores aseveran que la creación de una melodía viene del fondo del alma y que fluye a través del corazón. De modo que sale de uno sin que necesariamente lo desee, muchas veces es algo inconsciente. La composición en sí es un trabajo inconsciente. Muchos compositores no creen que nadie se concentre en la música y componga, las melodías vienen de un lugar más profundo, vienen del corazón. No es que el corazón componga. El cerebro ve las teclas del piano y entiende como se relacionan, pero la verdadera música viene del corazón.
Hace más de cien años, si uno quería escuchar música necesitaba ir al lugar donde la tocaban y la elección de la música, más bien, la elección de la mezcla, no la hacía uno. Uno escuchaba lo que los músicos decidían tocar. Esto cambió de manera espectacular y definitiva cuando Thomas Alba Edison invento una forma de grabar sonidos de manera que las interpretaciones musicales se podían preservar y escuchar una y otra vez. Este hecho es maravilloso y nos permite disfrutar las veces que queramos cuando una música nos gusta, pero también trajo sus complicaciones al enfrentarnos a una gigantesca variedad de música. Esto se multiplicó además con la facilidad que hoy en día tenemos gracias al internet. Pero, ahí surge la pregunta: ¿Cómo podemos diferenciar lo bueno y lo malo? (obviamente bueno y malo entre comillas y con una fundamental dosis subjetiva y cultural). A George Martin le parece que lo primero que captamos al escuchar una canción es la melodía. Todos tenemos nuestras ideas en cuanto a lo que es una buena canción, un buen tema, pero si nos preguntamos ¿por qué? estaremos en problemas. Si un tema es mejor que otro, sea lo que eso signifique, entonces suele gustarnos y se hace inmortal. Debe haber algo en esa canción que la hace quedarse en la memoria.
Los siguientes temas que he elegido para esta sesión, son algunos en los que, para mi propio sentir, presentan melodías maravillosas que quiero compartir con ustedes.
Esta sesión de la quinta disminuida girará alrededor de una serie de videos presentado por Sir George Martin y producido por la BBC. El título del mismo es “El ritmo de la vida” y consta de tres partes; el ritmo, la melodía y la armonía, por lo tanto destinaremos tres programas para abarcar cada una de estas partes.
La música está en todas partes, en todo lo que hacemos, en nuestro trabajo o tiempo libre, celebramos con ella y lloramos con ella, nos ayuda a recordar, y nos consuela cuando queremos olvidar, de hecho, es difícil imaginar una vida sin música. Desde sus inicios, el ser humano ha estado cantando, bailando y tocando música. Nuestro contacto con la música se origina desde las primeras manifestaciones de la gestación de la vida y el ritmo es una de las esencias fundamentales en los inicios. Todos estamos condicionados a reaccionar ante la música desde el momento de nuestro nacimiento, cuando una madre se sienta a mecer a su bebé estamos ante la forma de amor más pura, profunda y divina que existe en el planeta y eso se expresa en su voz cuando le habla al bebé que está en sus brazos, es algo muy poderoso. Nuestra educación musical empieza muy temprano en la vida, los bebés experimentan con los tonos y los ritmos mucho antes de aprender a hablar, esto no debe sorprendernos, pues nuestro contacto con la música empieza en una etapa más temprana. El bebé escucha y siente los latidos de su madre mientras está en su vientre al igual que el constante sonido de su respiración. Y cuando nace adquiere una mayor conciencia de la música y el ritmo, ya que gran parte del tiempo que pasa despierto, es estimulado por el movimiento de sonajeros o se tranquiliza al mecerlo en una cuna y por supuesto también les cantamos canciones de cuna, arrullos.
Los temas seleccionados para compartir con ustedes en esta sesión son los siguientes: