Como muchos de ustedes saben, una de las características que diferencia al jazz de otras músicas es el swing. Pero, ¿Qué es el swing? En la primera parte, veremos diferentes definiciones del swing desde un punto de vista teórico-académico, y en la segunda parte del programa les comentaré sobre ese artículo que, dice, desvelar el secreto del swing y también con una concepción del swing por parte de Wynton Marsalis que me pareció fantástica.
All Of Me – Billie Holiday/Lester Young
Mohawk – Charlie Parker/Dizzy Gilleslpie
Le Soir – Django Reinhardt
Walkin’ Shoes – Gerry Mulligan/Chet Baker
Loveless Love – Louis Armstrong/Velma Middleton
All Of You – Ella Fitzgerald
I Was Doing All Right – Stan Getz and The Oscar Peterson Trio
Milestones – Miles Davis
Come Rain Or Come Shine – Art Blakey and the Jazz Messengers
Poor Butterfly – Cannonball Adderley
Juicy Lucy – Horace Silver Quintet
Opus De Funk – Art Pepper
Someday My Prince Will Come – Bill Evans Trio
Animal Dance – The Modern Jazz Quartet
One Finger Snap – Herbie Hancock
Osaka Blues – Dave Brubeck
Bessie’s Blues – John Coltrane
You Dirty Dog – Duke Ellington/Coleman Hawkins
What’s New? – Wes Montgomery
I’ve Got You Under My Skin – Frank Sinatra and Count Basie Orchestra
Este mes de julio, es el mes aniversario de la quinta disminuida, y, como ya es una tradición, son ustedes los que sugieren y seleccionan la música. Ya hemos tenido dos programas con esa característica, y la sesión de hoy será la tercera y ultima en ese formato, completando todas sus sugerencias. Muchas gracias por su compañía, pónganse cómodos para disfrutar de este tercer programa de aniversario.
Muchos músicos de jazz están convencidos que el trío es el formato en el que pueden mostrar al máximo su capacidad creativa, pero también suele ser el más exigente, porque requiere estar siempre en la cuerda floja, llegar a un nivel suficiente para que el fruto de su creación no se vea descompensado. Como un triángulo equilátero, el trío requiere de una igual aportación de los músicos para que al final lo que quede sea la música como un conjunto, donde lo más importante sea el resultado final y no los propios músicos.
Dominar el «Arte del Trío» y conseguir que cuaje, no es nada sencillo, requiere perderle miedo al vértigo del abismo y dejar volar la sabiduría musical. Existen referencias de tríos que han fracasado porque, aún compuestos por eminentes maestros, aquello no funcionaba y no irradiaba una verdadera implicación de los músicos en el producto final, donde el perfecto equilibrio armónico y rítmico es fundamental.
En esta quinta disminuida dedicaremos las dos horas del programa para escuchar tríos de jazz, no solamente el clásico trío de piano, contrabajo y batería o tal vez el de guitarra, bajo y batería, escucharemos “Todos Los Tríos Posibles”.
I’m in the Mood for Love – The King Cole Trio
Move – Red Norvo Trio
The Man I Love – Lester Young Trio
China Boy – Bennie Goodman Trio
Voodoo – Jimmy Giuffre/Jim Hall/Ralph Peña
Bebop – Feldman/LaFaro/Levey
When I Fall In Love – Bill Evans Trio
Oleo – Sonny Rollins Trio
In A Mellow Tone – Lambert, Hendricks and Ross
Para Oriente – Trio of Doom
Walking On Eggs – Codona
Passion, Grace & Fire – Di Meola/ McLaughlin/De Lucia
Kind Of Blue es el mejor disco de jazz de la historia. Puede sonar pretencioso o exagerado. Lo es. Es el mejor disco de jazz de la historia. (Félix Amador)
Miles Davis es el Chamán que oficia la ceremonia, pero el grupo de oficiantes es sencillamente extraordinario. Un todavía no tocado por las drogas Bill Evans (y cuando lo tocaron continuó regalando música sublime) un concentrado y honesto John Coltrane, que rebajó su status de líder para ponerse a las ordenes de otro jefe, un robusto Cannonball Adderley (en su sonido y en su físico), un Paul Chambers impecable en el imprescindible trabajo de construir los cimientos de la música y Jimmy Cobb al mando de una maquina dotada de movimiento uniforme y sensible.
Kind Of Blue fue la confluencia de muchas inspiraciones. Por un lado el novedoso estilo frío y tranquilo de tocar jazz, más íntimo, menos notas y más silencios, en un deseo vehemente de creación sonora espacial. Por otro lado, la obsesión de Miles de hacer tocar a sus músicos más allá de sus límites. Y también aparecía la música de Rachmaninoff y de Ravel, sutilmente impregnada en cada tema, que había llegado bajo el brazo del nuevo pianista, Bill Evans. Más que los standards que aportó este álbum al repertorio jazzístico como «So What» y «All Blues» y otras tres piedras preciosas difíciles de pasar por alto como «Freddie Freeloader», «Blue In Green» y «Flamenco Sketches», resulta interesante observar cómo la trompeta de Miles y los saxos de Coltrane y Cannonball, a pesar de sus diferentes estilos, encajan en una coherencia musical que otorgan a Kind Of Blue un carácter único. Toda esa tensión creativa y explosiva de los tres bronces, está amarrada por las cuerdas del contrabajo de un Chambers en plena madurez, mientras que Cobb aparece desde el fondo como intérprete superior en el soporte. Se trataba de una banda con un nivel difícilmente repetible, que fue la que plasmó la leyenda de crear esta obra prácticamente en una sola toma.
Kind Of Blue representa el momento de gloria absoluta de Miles, quien tuvo bajo su liderazgo a los mejores músicos del momento, la iluminación necesaria, la edad de mayor fortaleza física, y aquel distintivo talento innovador que, finalmente, lo llevaron a crear semejante belleza. Su figura misteriosa, redobló el atractivo del álbum. Aunque antes y después de 1959 Miles Davis gestó revoluciones en el jazz, casi resulta imposible dejar de escuchar esta obra antes de introducirse de lleno en el resto de la música moderna. Quincy Jones, llega a afirmar que en un hipotético caso en el que desapareciera de la capa de la tierra todo rastro de la música de jazz, bastaría con tener Kind of Blue para poder explicar todo el género. Es cierto.
Porque cambió mi percepción del jazz. Porque forma parte de la banda sonora de mi vida. Porque me hace un poco más feliz. Porque cada nota tiene sentido. Porque desafía mi inteligencia. Porque en la iglesia del jazz es una reliquia sagrada, quiero compartirlo con ustedes a través de una mirada diferente en la que primero escucharemos lo que estaban haciendo todos los integrantes del sexteto antes de la grabación de esta obra maestra, para en la segunda parte del programa sumergirnos de lleno a…esa Especie de Melancolía.
All Of You – Miles Davis Quintet
You and the Night and the Music – Bill Evans Trio
I Got Rhythm – Paul Chambers Quintet
Grand Central – Cannonball Adderley Quintet
Willow Weep For Me – Wynton Kelly Trio
Giant Steps – John Coltrane Quintet
Blues For Pablo – Miles Davis Quintet/Gil Evans Orchestra
Un 16 de agosto de 1929, hace 89 años, nació uno de los más grandes pianistas de la historia del jazz. Un hombre que cuando acariciaba las teclas blancas del piano, el mundo se paraba. Dejaba de girar, de latir, de respirar. Las teclas negras volvían a insuflar la vida y el proceso se volvía a poner en marcha dulcemente. Su peculiar cadencia y su inusitada dulzura a la hora de volar sobre las teclas generaron una música que trascendía las notas y sonidos para adentrarse en una dimensión puramente emocional.
Alfonso Cardenal decía que Bill Evans no tocaba el piano, tocaba el alma de los oyentes. Como el resto de aquella brillante camada de músicos, Evans creyó que las drogas lo hacían un músico especial. Como Charlie Parker o como Chet Baker, el pianista se adentró en lo más profundo de las tinieblas para encontrar su duende, para dar con las claves de su instrumento y como Chet y Charlie se dejó la vida en lo que sus amigos calificaron como el suicidio más largo de la historia. Sin embargo, a diferencia de los otros dos genios, Bill aguantó mucho y su música vivió entre altibajos. Brilló en los días buenos y se defendió como pudo en los malos. A su muerte, en 1980, había dejado un inmenso legado de discos y actuaciones. Su mayor aportación, al menos la más reconocida, fue aquel piano seductor del Kind of Blue de Miles Davis, uno de los genios más puros del siglo XX y que siempre reconoció a Bill Evans como una de sus más grandes influencias.
You And The Night And The Music – Bill Evans/Stan Getz
As Time Goes By – Bob Brookmeyer/Bill Evans
Waltz For Debby – Bill Evans/Cannonball Adderley
Gymnopedie – Bill Evans/Herbie Mann
Darn That Dream – Bill Evans/Jim Hall
Let’s Go Back To The Waltz – Shelly Manne/Bill Evans/Monty Budwig
Rudy Van Gelder es un nombre mítico dentro del mundo del jazz. Y, como ya lo dije, no se trata ni de un músico, ni un cantante, ni un compositor. Fue un ingeniero de sonido. Seguramente uno de los más importantes de la historia musical, y sin duda alguna el más conocido y reconocido de la historia del jazz. En los más de 60 años en que ha estado trabajando de ingeniero, ha grabado, mezclado y masterizado más de 2000 álbumes. Su nombre está detrás de muchos discos de algunos de los nombres más ilustres del jazz moderno. Nació un 2 de Noviembre de 1924 en Nueva Jersey y falleció el pasado 25 de agosto.
Oleo – Miles Davis
Serenity – Joe Henderson
Hackensack – Thelonious Monk
The Most Beautiful Girl In The World – Sonny Rollins
Are You Real – Art Blakey and The Jazz Messengers
See See Rider – Jimmy Smith
Cascades – Oliver Nelson
Smile – Dexter Gordon
I’m A Fool To Want You – Donald Byrd
Midnight Blue – Kenny Burrell
Garota de Ipanema – Joao Gilberto/Astrud Gilberto/Stan Getz
Quienes hayan leído a Haruki Murakami saben bien que la música es un elemento imprescindible en la narrativa de este novelista japonés. Un elemento que es tomado familiarmente, cotidianamente, como muchos suelen escuchar música: al lado de nuestras tareas cotidianas, mientras trabajamos, mientras cocinamos, mientras caminamos por la calle, mientras estamos en el trasporte público o al hacer ejercicio.
La música como una compañía en un sentido casi presencial: algo que está ahí y que da un acento especial al instante, que lo vuelve más alegre, que lo melancoliza o quizá que le otorga cierta épica a un hecho aparentemente rutinario o trivial.
La relación que establece Murakami entre la literatura y la música es absolutamente convergente como él mismo lo explica: “Ya sea en la música o en la ficción, lo más básico es el ritmo. El estilo tiene que tener buen ritmo, natural y constante, o la gente no va a seguir leyendo tu obra. Aprendí la importancia del ritmo de la música, fundamentalmente del jazz. Luego viene la melodía, que en la literatura corresponde a la disposición adecuada de las palabras para que coincidan con el ritmo. Si la forma en que las palabras se ajustan al ritmo es suave y hermosa, no se puede pedir nada más. Lo siguiente es la armonía, los sonidos mentales internos que soportan las palabras. Luego viene la parte que más me gusta: la improvisación libre.
A través de algún canal especial, las historias vienen brotando libremente desde el interior. Todo lo que tengo que hacer es entrar en el flujo. Por último viene lo que puede ser lo más importante que es el punto en el que ritmo, melodía y armonía se unifican en lo que se puede llamar la interpretación, el performance. Esto nos genera una sensación de haber logrado llegar a un lugar que es nuevo y significativo. Y si todo va bien, se llega a compartir esa sensación de elevación con los lectores (la audiencia). Todo esto, encajado perfectamente, nos lleva a una culminación maravillosa que no se puede conseguir de ninguna otra manera.
Let´s Get Lost – Chet Baker
Ramona – Benny Goodman
Bloomdido – Charlie Parker/Dizzy Gillespie
No Hay Problema – Art Blakey & The Jazz Messengers
The Jitterbug Waltz – Fats Waller
Move – Stan Getz
When You’re Smiling – Billie Holiday
Minnie the Moocher – C.C. Production «The Blues Brothers»
A Foggy Day – Charlie Mingus
My Foolish Heart – Bill Evans Trio
Singin’ The Blues – Bix Beiderbecke
I’m Coming Virginia- Bix Beiderbecke
Rocks In My Bed – Duke Ellington
These Foolish Things (Remind Me of You) – Ella Fitzgerald
Fue un 25 de junio de 1961, hace 55 años, que la magia se hizo música. Fue en el Village Vanguard de Nueva York, donde el trío de Bill Evans, con Scott LaFaro al contrabajo y Paul Motian a la batería, fue capaz de crear una música que impregnó hasta el último rincón del local permitiendo a los tres músicos tocar el cielo a pesar del constante tintineo de los vasos y de los rumores amortiguados del público. Lo sucedido en esa tarde/noche de domingo, es el testimonio imperecedero de un trío maravilloso en el que todos sus integrantes tenían algo que decir a través de su instrumento. La imagen de Bill Evans con la espalda encorvada sobre el piano, las manos acariciando las teclas, la cabeza agachada y todo el cuerpo en una posición de oración hacia el piano, ha quedado inmortalizada en muchas fotos que manifiestan ante todo su manera de concebir la música. Evans parecía auscultar lo más profundo de su instrumento como si quisiera fundirse y convertirse en una parte de este, con el oído pegado a las teclas para poder capturar las vibraciones más sutiles que brotaban de su interior.
Bill Evans convirtió su propuesta musical en una profunda conversación íntima replegada en sí misma. Aquella música empapada de lirismo que se mezclaba con el humo y el murmullo constante del público en los clubes nocturnos, adquiría con él unos tonos misteriosos, cristalinos e inefables hasta el punto que en algunos momentos la sutileza de su música parecía estar más cerca del silencio que del sonido. Su toque poético y delicado, sensible al más fino espectro de gradaciones y matices, se constituye en el eje expresivo de sus travesías pianísticas. Noche tras noche Bill Evans, Paul Motian y Scott LaFaro, perfeccionaban su talento y refinaban su arte, permitiendo que el grupo alcance su máxima expresión, hasta el punto de reinventar esa formación fundamental del jazz denominada trío. En estas sesiones capturadas en el Village Vanguard se puede sentir inmediatamente el nivel de compenetración y creatividad que presentaba el grupo y que aún hoy asombran, sobre todo al escuchar como el contrabajo y la batería se liberan definitivamente de su función de instrumentos acompañantes y hablan de igual a igual con el piano creando un sonido mágicamente empastado que estaba a punto de dejar su huella en la historia del jazz.