“Al comenzar la historia del jazz con el ragtime y por ser éste en sus inicios un estilo de interpretación pianística, puede decirse que el jazz comienza con el piano. Por otro lado, las primeras bandas que recorrían las calles de Nueva Orleans no tenían piano, aunque sólo fuese por la imposibilidad de andar cargando con uno, pero ante todo porque el piano no permite la formación del sonido que a los antiguos “sopladores” hot les parecía imprescindible.”
(El Jazz, de Nueva Orleans a los años ochenta de Joachim E. Berendt)
En esta sesión armamos un “mano a mano” junto al Dr. Krapp donde el escogió a diez pianistas y yo a diez “sopladores”.
Flying Home – Art Tatum
Flying Home – Sonny Stitt
Little Girl Blue – Oscar Peterson
Little Girl Blue – Chet Baker
Lullaby Of Birdland – Ahmad Jamal
Lullaby Of Birdland – Lester Young
But Not For Me – Erroll Garner
But Not For Me – Joe Henderson/Nat Adderley
Viper’s Drag – Fats Waller
Melancholy Mood – Horace Silver
Willow Weep For Me – Cannonball Adderley
Peace Piece – Bill Evans
Stella By Starlight – Miles Davis
Misterioso – Thelonious Monk
Drifting On A Reed – Coleman Hawkins
G Minor Complex – Lenny Tristano
I Can’t Believe That You’re In Love With me – Charlie Parker
En esta sesión he preparado un programa variado en cuanto a intérpretes, temas, estilos y géneros ya que les contaré algunas de las tantas leyendas, anécdotas e historias del mundo del jazz que se fueron construyendo a través de sus protagonistas. Para ello he recurrido a varios textos de muchos amigos de la red jazzera y también a algunos libros que con mucho acierto rescatan y comparten este tipo de historias. A medida que avancemos en este nuestro viaje musical, los iremos nombrando, para después de esas, chistosas, geniales, anecdóticas, tristes y variopintas historias de los protagonistas del jazz, dediquemos la última media hora del programa a un magnifico texto escrito por mi amigo Manuel Recio que en su blog “La Música es mi Amante” se adentra en el mágico y oscuro mundo del Vudú.
Prelude To a Kiss – Duke Ellington
Perdido – Duke Ellington
Melancholy – Stan Getz
Route 66 – Nat King Cole
A Good Man Is Hard To Find – Bessie Smith
Swedish Schnapps – Charlie Parker
Chi-Chi – Charlie Parker
Everything Happens To Me – Chet Baker
I Get a Kick Out Of You – Frank Sinatra
Agua de Beber – Tom Jobim/Vinicius de Moraes
Honky Tonk Blues – Jelly Roll Morton
Woody´N You – Dizzy Gillespie
Ain`t Misbehavin – Fats Waller
Rhythm Saved The World – Louis Armstrong
Domingo – Jaco Pastorius
Run The Voodoo Down – Casandra Wilson/Angelique Kidjo
La Ley seca supuso la proliferación de tabernas, clubes y prostíbulos donde se podía consumir alcohol. Bastantes locales eran controlados directamente por bandas de contrabandistas y necesitaban músicos que animaran el ambiente. Se recurrió a los jazzistas (en muchos casos, negros), para consternación de los sindicatos de músicos (reservados a blancos), que consideraban semejantes sonidos «vulgares». En Chicago, los jazzistas gozaron de la simpatía de Al Capone y su hermano Ralph. Dejando aparte su modus operandi, parece que Al carecía de prejuicios raciales: se casó con una irlandesa, admiraba a los judíos y daba empleos a negros. Algunos, como el contrabajista Milt Hilton, complementaban sus ingresos distribuyendo licor.
No todos los jazzistas tuvieron encuentros gratos. Fats Waller fue secuestrado en Chicago y llevado a la localidad de Cicero, donde los Capone habían abierto incluso un Cotton Club, en imitación del cabaret de Harlem. En realidad, se esperaba que Waller animara la fiesta de cumpleaños de Al, cosa que hizo durante los tres días siguientes. Volvió con los bolsillos llenos de billetes, pero con el miedo en el alma. El guitarrista Eddie Condon decidió dejar de tocar en el Alcázar al descubrir que el propietario era Capone. Si estaba el jefe, la juerga mantenía cierto decoro pero sus hombres tendían a la violencia, como comprobó el cornetista Jimmy McPartland: «Un mafioso podía romper una botella en la cabeza de alguien, luego se la restregaba por la cara y terminaba dándole patadas; mientras, nosotros no debíamos dejar de tocar». Muchos jazzistas de aquella generación transformaron en anécdotas sus encuentros con Al Capone. Y la mayoría eran pintorescas: Earl Hines recibia propinas de 100 dólares. Lo cierto es que Al Capone brillaba en comparación con su hermano menor, más brutal en público. Y se reveló como un maestro de las relaciones públicas. Sermoneaba a los músicos jóvenes, para que no olvidaran escribir a sus madres y les recomendaba asistir a oficios religiosos. Les prevenía contra los peligros de las drogas, aunque él era un consumidor secreto de cocaína.
En este programa haremos un viaje a esa época a través de los siguientes temas:
And I Love Her – John Abercrombie
Happy Feet – Frankie Trumbauer and his Orchestra
Dippermouth Blues – King Oliver’s Creole Jazz Band
Chicago Breakdown – Louis Armstrong
Harlem Nocturne – Duke Ellington
Nervous Tension – Tiny Parham/Milt Hinton
Old Man Time – Milt Hinton
Squeeze Me – Fats Waller
Honeysuckle Rose – Fats Waller
Honeysuckle Rose – Sarah Vaughan
Blue Drag – Earl Hines and his Orchestra
Weather Bird – Earl Hines
I Ain’t Got Nobody – Earl Hines
Ain’t Misbehavin – Louis Armstrong
Ain’t Misbehavin’ – Carmen McRae
Rhapsody in Blue – Duke Ellington
Way Down Yonder in New Orleans – Bix Beiderbecke/Frankie Trumbauer
In A Mist – Bix Beiderbecke
The Lady Is a Tramp – Frank Sinatra
One For My Baby (and One More For The Road) – Frank Sinatra
Quienes hayan leído a Haruki Murakami saben bien que la música es un elemento imprescindible en la narrativa de este novelista japonés. Un elemento que es tomado familiarmente, cotidianamente, como muchos suelen escuchar música: al lado de nuestras tareas cotidianas, mientras trabajamos, mientras cocinamos, mientras caminamos por la calle, mientras estamos en el trasporte público o al hacer ejercicio.
La música como una compañía en un sentido casi presencial: algo que está ahí y que da un acento especial al instante, que lo vuelve más alegre, que lo melancoliza o quizá que le otorga cierta épica a un hecho aparentemente rutinario o trivial.
La relación que establece Murakami entre la literatura y la música es absolutamente convergente como él mismo lo explica: “Ya sea en la música o en la ficción, lo más básico es el ritmo. El estilo tiene que tener buen ritmo, natural y constante, o la gente no va a seguir leyendo tu obra. Aprendí la importancia del ritmo de la música, fundamentalmente del jazz. Luego viene la melodía, que en la literatura corresponde a la disposición adecuada de las palabras para que coincidan con el ritmo. Si la forma en que las palabras se ajustan al ritmo es suave y hermosa, no se puede pedir nada más. Lo siguiente es la armonía, los sonidos mentales internos que soportan las palabras. Luego viene la parte que más me gusta: la improvisación libre.
A través de algún canal especial, las historias vienen brotando libremente desde el interior. Todo lo que tengo que hacer es entrar en el flujo. Por último viene lo que puede ser lo más importante que es el punto en el que ritmo, melodía y armonía se unifican en lo que se puede llamar la interpretación, el performance. Esto nos genera una sensación de haber logrado llegar a un lugar que es nuevo y significativo. Y si todo va bien, se llega a compartir esa sensación de elevación con los lectores (la audiencia). Todo esto, encajado perfectamente, nos lleva a una culminación maravillosa que no se puede conseguir de ninguna otra manera.
Let´s Get Lost – Chet Baker
Ramona – Benny Goodman
Bloomdido – Charlie Parker/Dizzy Gillespie
No Hay Problema – Art Blakey & The Jazz Messengers
The Jitterbug Waltz – Fats Waller
Move – Stan Getz
When You’re Smiling – Billie Holiday
Minnie the Moocher – C.C. Production «The Blues Brothers»
A Foggy Day – Charlie Mingus
My Foolish Heart – Bill Evans Trio
Singin’ The Blues – Bix Beiderbecke
I’m Coming Virginia- Bix Beiderbecke
Rocks In My Bed – Duke Ellington
These Foolish Things (Remind Me of You) – Ella Fitzgerald