Como lo menciona mi amigo Miguel Garcia Urbani, en su libro “Calle 52”; el jazz es un mundo de demostraciones. Hay pocos terrenos en los que la distancia entre corrección y talento sea mayor que en el de los cantantes de jazz. Son escasos los ejemplos en que arte y entretenimiento se encuentran más lejos. Pocas cosas pueden ser más diferentes que un prolijo intérprete de bellas canciones y un creador. Lo bueno siempre está muy lejos de lo imprescindible.
Pero alguna vez nos hemos preguntado: ¿Quién escribe las canciones? ¿Quién escribe esas canciones que cantan Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Frank Sinatra, Louis Armstrong o Diana Krall? Esas canciones que todos creemos conocer aún antes de escucharlas.
Alfie – Sarah Vaughan
Alfie – John Scofield Trio
(They Long To Be) Close To You – Frank Sinatra
(They Long To Be) Close To You – Robi Botos
Wives And Lovers – Nancy Wilson
Wives And Lovers – Gerry Gibbs/Kenny Barron/Ron Carter
A House Is Not A Home – Kurt Elling
A House Is Not A Home – Bill Evans
What The World Needs Now – Wes Montgomery
Raindrops Keep Falling On My Head – Ella Fitzgerald
The Look Of Love – Chris Botti/Sy Smith
Walk On By – Diana Krall
Arthur’s Theme (Best That You Can Do) – Massimo Colombo
La melodía es elemento más importante de la música, es lo que recordamos de la buena música y aun así es muy esquiva. Muchos compositores aseveran que la creación de una melodía viene del fondo del alma y que fluye a través del corazón. De modo que sale de uno sin que necesariamente lo desee, muchas veces es algo inconsciente. La composición en sí es un trabajo inconsciente. Muchos compositores no creen que nadie se concentre en la música y componga, las melodías vienen de un lugar más profundo, vienen del corazón. No es que el corazón componga. El cerebro ve las teclas del piano y entiende como se relacionan, pero la verdadera música viene del corazón.
Hace más de cien años, si uno quería escuchar música necesitaba ir al lugar donde la tocaban y la elección de la música, más bien, la elección de la mezcla, no la hacía uno. Uno escuchaba lo que los músicos decidían tocar. Esto cambió de manera espectacular y definitiva cuando Thomas Alba Edison invento una forma de grabar sonidos de manera que las interpretaciones musicales se podían preservar y escuchar una y otra vez. Este hecho es maravilloso y nos permite disfrutar las veces que queramos cuando una música nos gusta, pero también trajo sus complicaciones al enfrentarnos a una gigantesca variedad de música. Esto se multiplicó además con la facilidad que hoy en día tenemos gracias al internet. Pero, ahí surge la pregunta: ¿Cómo podemos diferenciar lo bueno y lo malo? (obviamente bueno y malo entre comillas y con una fundamental dosis subjetiva y cultural). A George Martin le parece que lo primero que captamos al escuchar una canción es la melodía. Todos tenemos nuestras ideas en cuanto a lo que es una buena canción, un buen tema, pero si nos preguntamos ¿por qué? estaremos en problemas. Si un tema es mejor que otro, sea lo que eso signifique, entonces suele gustarnos y se hace inmortal. Debe haber algo en esa canción que la hace quedarse en la memoria.
Los siguientes temas que he elegido para esta sesión, son algunos en los que, para mi propio sentir, presentan melodías maravillosas que quiero compartir con ustedes.