La sesión de hoy será una sesión especial, ya que los protagonistas serán ustedes los oyentes y seguidores de la quinta, con los temas e interpretes que ustedes mismos eligieron. Esa forma de recordar y celebrar el aniversario de la quinta ya es una especie de tradición del programa del cual resultan sesiones maravillosas gracias al exquisito gusto musical de los oyentes del programa. La cantidad de temas que recibí para programarlos fue tan amplia, en todo el sentido de la palabra, que necesitaremos no solamente un programa, sino dos, inclusive tres. Muchísimas gracias por su respuesta y muchísimas gracias por los mensajes que me hicieron llegar y que hoy, junto al tema que eligieron serán el eje central del programa.
En este mes de julio la quinta disminuida cumple catorce años de transmisión y en ese sentido he preparado un programa que será una especie de “gran retrospectiva” y también una evaluación de lo que fue este último año, año de pandemia, de cuarentena, de confinamiento. Año extraño, confuso y triste. Seguro que muchos de ustedes han perdido a un familiar, un amigo, una persona cercana. Este virus también se ha llevado a muchos músicos, acá en La Paz, en Bolivia y en todo el mundo. No son momentos de celebración, ni aquí, ni en ninguna parte del mundo, sin embargo, desde la quinta mi objetivo de compartir música con ustedes puede, por algunos momentos, aliviarnos las penas, curarnos el alma, sanarnos el espíritu, lo dije más de una vez y lo reitero, la música es sanadora.
Cuando hablamos entre nosotros, los humanos, sobre nuestras emociones y estados anímicos, partimos del supuesto de que todos compartimos vivencias similares. No hay nadie que no haya pasado por fases de tristeza, alegría, euforia, serenidad, rabia, melancolía, enamoramiento, desesperanza y otros muchos registros del espíritu. Precisamente porque contamos con ese fondo común de experiencias y sentimientos, no nos cuesta demasiado hablar sobre ello. Si nos dirigimos a un amigo para hablarle de nuestras sensaciones, sabemos que nos entenderá a la primera, sin especial dificultad.
¿Cómo haríamos, sin embargo, para contarle cómo son nuestras emociones a un extraterrestre que llegara a la Tierra con un bagaje totalmente ajeno al de los humanos? ¿Cómo transmitirle a alguien así la forma en que experimentamos los afectos y las pasiones? ¿Cómo explicar qué se siente cuando uno está poseído por la ira o por el entusiasmo?
Recuerdo la impresión que me produjo de joven la lectura de la Ética de Spinoza, sobre todo la parte en la que expone more geometrico, mediante demostraciones lógicas, con sus corolarios, escolios y el QED final, el mapa de los afectos humanos. Se trata de un ejercicio analítico increíblemente ingenioso y potente, pero no transmite la cualidad de la experiencia. Por eso mismo, si el extraterrestre leyera lo que la Ética cuenta sobre la alegría, sería capaz de seguir los razonamientos, pero probablemente no llegase muy lejos en su comprensión al llegar a la definición espinosista: “La alegría es el paso del hombre de una menor a una mayor perfección”.
Si me tocara a mí tratar de mostrarle al extraterrestre en qué consisten nuestras experiencias, dejaría la Ética en el anaquel correspondiente y la sustituiría por un poco de jazz. Le pondría grabaciones de esta música en las que se despliega en toda su complejidad, con sus incoherencias y contradicciones sin fin, el sentir humano.
En esta sesión y gracias a esta magnífica y creativa idea de Ignacio, me animé a ampliar la lista de sensaciones, emociones y sentimientos y preparar un programa al respecto. Espero que lo disfruten
Llegamos al último día de este extraño, difícil, confuso, diferente, complicado y aislador año 2020. Seguramente es el año en el que más perdidas de amigos, parientes o simplemente conocidos tuvimos que afrontar. Un año duro, en el que los que estamos, tenemos que agradecer de haber llegado hasta este día y tener la esperanza y la fe (en el sentido amplio de la palabra) de que el 2021 será mejor. En esta última sesión del año continuaremos escuchando los temas que gentil y cariñosamente sugirieron ustedes, y que tendrán su culminación en el siguiente programa. Fuerza, suerte y mucho jazz este 2021.
Comparto con ustedes el programa navideño que se armó con los temas sugeridos por los oyentes del programa. Muchas gracias por su compromiso y espero que disfruten de esta sesión.
¿Hay relación entre música y pintura? Según Wassily Kandinsky, el pintor ruso precursor de la abstracción en la pintura, sí. Su manuscrito, que luego se transformó en libro, llamado “Lo Espiritual En El Arte“, habla sobre la belleza cromática en el cuadro, que, según él, ha de atraer con gran fuerza al espectador y al mismo tiempo ha de esconder su contenido pictórico profundo, es decir, las emociones del artista expresadas pictóricamente, prácticamente a modo de partitura musical.
En esta sesión de La Quinta Disminuida escucharemos la opinión de seis pintores bolivianos y su relación con la música.
Autumn Leaves – Ahmad Jamal/Gary Burton
Colors – Michel Petrucciani
Love Letter – Michel Petrucciani
My Funny Valentine – Chet Baker
My Funny Valentine – Carmen McRae
In France They Kiss on Main Street – Joni Mitchell
Un 12 de marzo de 1955 murió “Bird”. Ese sábado a las nueve menos cuarto de la noche, Charlie Parker, el saxofonista que con un poco más de una década de carrera solista había cambiado para siempre el rumbo del jazz, aquel al que llamaban “Bird”, miró televisión, se rió desmesuradamente, tuvo un ataque de tos y murió. Tenía 34 años, pero el informe médico hacía referencia que se trataba de un hombre de sesenta años. Casi siempre se habla de Charlie Parker mencionando más sus excesos que su música, tal vez con la intención de equiparar la suya a otras tragedias y de demostrar que los mismos vicios acompañan similares talentos. No importa. Lo cierto es que nadie tocó el saxo como él. Nadie siquiera se acercó a esas improvisaciones capaces de resonar en las zonas más extrañas de una melodía, de parar y acelerar repentinamente, de crear ritmos insospechados dentro de otros ritmos, de crear nuevos temas dentro de un tema y, como imágenes de un calidoscopio, multiplicarlo constantemente en nuevos motivos y en nuevas variaciones, Charlie Parker le dio al jazz la categoría definitiva de música de concierto.
Muchas canciones han tenido que superar obstáculos ajenos a la música para poder gozar de aceptación y popularidad, pero pocas lo tuvieron tan difícil como “Love for Sale”. Durante décadas, las cadenas de radio se negaron a emitir esta letra. La canción, que sonó por primera vez en The New Yorkers, un musical de Broadway de 1930, adopta el punto de vista de una prostituta de la época de la ley seca, y el compositor, Cole Porter, no se mordió la lengua al presentar este “amor a la venta: joven y apetitoso”. Según Charles Darnton, el crítico del periódico Evening World, la canción era “de pésimo gusto”, y el Herald Tribune la calificó de “indecente”.
La primera vez que se interpretó “Strange Fruit” en un garito nadie aplaudió. Segundos antes de terminar la canción, cuando la intérprete pronunciaba las dolientes últimas palabras “esta es una extraña y amarga cosecha”, las luces del Café Society neoyorquino, con capacidad para 200 personas, se apagaron. Instantes después se encendieron, pero la cantante había desaparecido. Billie Holiday estaba vomitando en el pequeño baño del local, sobrecogida después de su estremecedora interpretación. Los espectadores intentaban recuperar el aliento tras asistir a aquella desgarrada actuación. Fue una pieza breve, solo tres minutos que cambiaron para siempre la historia de la música comprometida.
Estas y otras canciones, son parte de esta sesión en la conoceremos algunas de las historias que están detrás de cada canción.
Strange Fruit – Billie Holiday/Frank Newton and his Café Society Orchestra
Strange Fruit – Billie Holiday/ Max Waldron and Peter Knight Orchestra
Strange Fruit – Sting
Love For Sale – Billie Holiday and her Orchestra
Love For Sale – Cannonball Adderley
Love For Sale – k.d. Lang
Lover Man – Charlie Parker
Lover Man – Jay Jay Johnson
Lover Man – Sarah Vaughan
Gloomy Sunday – Original
Gloomy Sunday – Billie Holiday/Teddy Wilson Orchestra
Todo lo relacionado a Miles Davis, incluida su autobiografía, es realismo mágico. La información existente a veces coincide con los datos registrados, otras veces difiere, lo que confirma que la verdad e incluso la Historia es siempre parcial, relativa y más próxima al mero relato. He aquí uno de lo más sorprendentes, el que cuenta las desventuras de una pérdida y un encuentro con final feliz: Érase una vez, en una cámara acorazada, un “disco perdido”, algo así como el santo grial del jazz, que se llamaba Rubberband.
Rubberband, finalmente, supone una cruel ucronía, y tal vez nos advierta de un hito más que Miles no llegó a consumar: el de la apertura hacia el jazz en el vientre de la rica herencia del soul, el funk y la música disco. Por suerte o por desgracia, tras la negativa del productor Tommy LiPuma, Miles siguió otro camino, aunque algunos de estos temas se los llevó en las alforjas y los interpretó en directo, como venganza, el resto de su vida.
En la sesión de hoy les contaré todos los detalles de esta obra, y además, el camino de cómo Miles, después de su retiro, llegó hasta ella.