Un lunes 23 de diciembre de 1929 nació un hombre asomado a los abismos de la vida, un jazzista con todos los vértigos de la emoción. Su historia está llena de luces y sombras, desde su niñez acomplejada por una belleza femenina, su relación tortuosa con mujeres, novias y amantes, su adicción a la heroína, el trato con la policía y la mafia, su paso por la cárcel, el desprecio recibido por parte de algunos jazzistas negros. A pesar de ello el lirismo de su música siempre contrastó con un caminar sinuoso y atormentado que al final acabaría trágicamente a los cincuenta y ocho años, un 13 de mayo de 1988, cuando terminaba su paso por este mundo.
La historia rápida de Chet Baker es más o menos así: nacido en el seno de una familia humilde, Chesney es un niño de una belleza casi femenina, sometido a una madre posesiva y a la violencia de su padre alcohólico, un músico frustrado cuya inestabilidad laboral conduce a la familia a la pobreza. Esas circunstancias familiares lo destinan al fracaso, pero aunque su inocultable fragilidad será una marca que llevará de por vida, los dones con que la suerte lo dotó (belleza y talento) parecen salvarlo.
Chesney nace bendecido con una facilidad innata para la música, pero no tiene tiempo para aprender a leer y mucho menos a solfear. Simplemente un día se hace de una trompeta y toca. Pero a medida que va creciendo y se convierte en Chet, oculta su inseguridad ajustándose al modelo de rebelde sin causa.
La tensión entre aspectos aparentemente irreconciliables nos da la clave del misterio de Chet Baker. Bien vestido, reacio al tabaco, nativo del interior profundo con sus servicios al ejército, su imagen coincidía con la de un posible personaje de película. Una especie de “patriota campesino que, gracias a la magia de su trompeta y su voz, conoció el éxito”. Era la encarnación más perfecta de un cierto sueño americano. Pero había un pequeño problema, a los 25 años, Chet Baker ya estaba consumido por las drogas. Y además, sus seguidores percibían algo que los demás ignoraban. No lo admiraban por su cercanía con el modelo del buen joven norteamericano sino por lo contrario. Chet Baker era, para los jóvenes blancos contestatarios el mejor modelo antisocial posible.
My Funny Valentine – Chet Baker
Freeway – Gerry Mulligan Quartet
Bernie’s Tune – Gerry Mulligan Quartet
Goodbye – Chet Baker Ensemble
The Wind – Chet Baker
Time After Time – Chet Baker
Sweet Lorraine – Chet Baker
How High The Moon – Chet Baker
I Talk to the Trees – Chet Baker
Angel Eyes – Chet Baker
These Foolish Things – Chet Baker
Choose Now – Chet Baker Quintet
Line for Lyons – Chet Baker & Gerry Mulligan
Two’s Blues – Jim Hall Quintet